Contaminación
atmosférica
La degradación del medio ambiente debida a la actitud adoptada por
los humanos hacia la naturaleza durante el último siglo, en el sentido de que
en su actuación tenía licencia para explotar los recursos naturales con una
total indiferencia ante todo lo que no repercutiera en beneficio directo del
hombre, ha dado lugar a uno de los problemas capitales que la Humanidad tiene
planteados en la actualidad, la contaminación.
La explotación intensiva de los recursos naturales y el desarrollo
de grandes concentraciones industriales y urbanas en determinadas zonas, son
fenómenos que, por incontrolados, han dado lugar a la saturación de la
capacidad asimiladora y regeneradora de la Naturaleza y pueden llevar a
perturbaciones irreversibles del equilibrio ecológico general, cuyas
consecuencias a largo plazo no son fácilmente previsibles.
La lucha contra la contaminación del aire, de las aguas
continentales y marítimas, del suelo, así como la defensa del paisaje, la
restauración y mejora de las zonas de interés natural y artístico, la
protección de la fauna y de la flora, el tratamiento y eliminación de los
residuos, la defensa de las zonas verdes y espacios libres, la reinstalación de
industrias fuera de las zonas urbanas, la congestión del tráfico urbano, la
lucha contra el ruido y tantas otras cuestiones, no son sino aspectos parciales
e interrelacionados que han de tenerse en cuenta al abordar acciones o
programas de actuación para la defensa del medio ambiente.
En estas páginas, abordaremos de una forma general el problema de
la contaminación ambiental, aunque sin perder de vista que la Naturaleza actúa
como una unidad, que en ella todo es interdependiente, existiendo relaciones
múltiples entre el aire, el agua y el suelo, elementos que constituyen el
hábitat o lugar donde se desarrolla normalmente el ciclo vital y la biosfera,
sistema que engloba a los elementos anteriores y a todos los seres vivos de
nuestro planeta.
Se considera el aire como un bien común limitado, indispensable
para la vida; por lo tanto, su utilización debe estar sujeta a normas que
eviten el deterioro de su calidad por el uso o abuso indebido del mismo, de tal
modo que se preserve su pureza como garantía del normal desarrollo de los
serves vivos sobre la Tierra y de la conservación del patrimonio natural y
artístico de la Humanidad. Todos tenemos el deber de trabajar para lograr un
mundo limpio y habitable, sustento de una mejor calidad de vida para las
generaciones futuras.
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